Ángela Bermúdez dió un giro de 180º en su carrera como traductora, para dar el salto al mundo del retail como compradora de una pequeña tienda de decoración en Talavera de la Reina. Pero los idiomas han sido una de las grandes ventajas competitivas de su currículum, no es vano habla español, inglés, italiano, alemán y chino.
En 2015 cursó el FBA, al acabar se mudó a Ámsterdam y desde 2017 trabaja en PVH, el grupo de marcas tan icónicas como Tommy Hilfiger o Calvin Klein. Allí gestiona el Data Governance de la marca y sobre sus hombros recae la estructura organizativa para gestionar los datos de la empresa y aportar valor a partir de ellos.
Empecemos por el principio: ¿Qué te hizo decidirte a cursar el FBA?
Después de finalizar la carrera en Traducción e Interpretación, dediqué unos años a vivir en diferentes países del mundo mientras trabajaba como traductora. Acabé en Pekín, China, donde fundé una pequeña empresa junto con una de mis queridas amigas y posterior compañera del FBA, Carmen Castillejo. Esta empresa estaba centrada en la asesoría de imagen del mercado chino. En cierto momento de nuestra aventura quisimos establecer la empresa en España para poder facilitar estos servicios al turista chino, pero ambas nos dimos cuenta de que nos faltaba un conocimiento más profundo de la empresa y del negocio de la moda. Después de sopesar alternativas, las dos coincidimos en que el FBA era nuestra mejor opción, principalmente por el profesorado y por ser el único máster especializado en moda, con el aval de la Universidad de Navarra, que es sinónimo de excelencia.
¿Qué supuso el máster para tu carrera?
En primer lugar, estructura. Yo no venía de haber estudiado ADE, como muchos de mis compañeros, tampoco había trabajado en grandes multinacionales, ni conocía cómo funcionaba el mundo de la empresa. Aunque tenía mucha experiencia internacional, necesitaba asentar esos conceptos fundamentales. Obviamente, el FBA fue lo que me permitió salir de ese perfil de traductora que tenía bastante marcado y, junto con mi personalidad internacional, me dio la oportunidad de adentrarme en el mundo de la empresa.
Ahora que han pasado algunos años, de lo que aprendiste en tu paso por ISEM, ¿qué te parece lo más valioso?
Podría decir que los conceptos aprendidos, pero visto con la perspectiva del tiempo, te estaría mintiendo. Lo más valioso que yo recuerdo del FBA fue mi equipo de trabajo; esa experiencia te prepara para la vida laboral real. Cuando estás estudiando la carrera, en ningún momento tienes esa posibilidad de poder probar un poco de lo que será trabajar de verdad. Sin embargo, el equipo de trabajo te prepara para colaborar con personas, gestionar frustraciones, trabajar bajo presión por las entregas,… también es verdad que yo tuve un equipo de trabajo de 10, en el que todos congeniamos perfectamente y sufrimos poco drama. (Aprovecho para mandarles un abrazo gigante a todos: Ana, Sara, Roberto, Ainara, Marga y Pilar).
¿Tenías claro que querías dar el salto internacional o fue casualidad?
Mi andadura internacional empezó con 11 años, cuando les pedí a mis padres que me mandaran a estudiar a Irlanda un verano; así que estaba bastante claro que tenía muchas papeletas para acabar viviendo fuera. Siempre tuve mucha curiosidad por aprender otras formas de vivir y de hacer las cosas, así que cuando después de acabar el máster surgió la oportunidad de mudarme a Amsterdam, no me lo pensé. También es verdad que nunca creí que pasarían casi ocho años desde esa decisión…
En el FBA, un buen número de candidatos vienen de otros sectores, ¿qué consejo les darías para el cambio?
Que no se lo piensen y se lancen; el cambio siempre es positivo y mas cuando se trata de educación y desarrollo profesional. Ahora mismo todos los negocios se retroalimentan de otros modelos de negocio diferentes y no hay un encasillamiento tan claro como antiguamente, donde un médico o un abogado lo eran de por vida. Además, creo que el lema de “reinventarse o morir” está más vivo que nunca.
Dentro de tu trayectoria profesional, ¿cuáles han sido las experiencias más claves?
Para mí, todo lo que tiene que ver con poder desenvolverme yo sola en el extranjero sin padrinos, simplemente con mi personalidad y conocimientos. Países Bajos es el quinto país en el que vivo y en los cinco he tenido que demostrarme a mí misma que era capaz de forjarme un futuro empezando desde cero. Estoy muy orgullosa de haber podido salir a flote yo sola. Mucha gente tiene una visión idealizada de lo que es residir en el extranjero, pero es una experiencia muy dura y a la vez, muy gratificante.
¿Hasta qué punto dirías que los idiomas han sido una palanca para crecer profesionalmente?
Gracias a los idiomas acabé en una feria internacional en Colonia hablando en chino, alemán, inglés, español e italiano con diferentes personas y salí de allí con un contrato para mudarme a Países Bajos. En ese sentido, no puedo más que afirmar que los idiomas han sido vitales. El poder comunicarme con buena parte del mundo en su lengua materna me ha permitido establecer relaciones con profesionales a las cuales no hubiera sido capaz de llegar si solo pudiera comunicarme con ellos en inglés.
Por tu experiencia en distintas empresas, ¿Cuáles dirías que son los soft skills indispensables para trabajar y disfrutar en la industria de la moda?
Sin duda alguna, para trabajar en el mundo de la moda hay que ser una persona flexible, capaz de adaptarse rápidamente al cambio. Es un mundo que evoluciona a la velocidad de la luz. Lo que hoy vale, mañana acaba siendo rechazado. Yo siempre digo que en el mundo de la moda hay que saber navegar el caos porque si no, te lleva por delante. Eso también hace que sea un trabajo muy dinámico en el cual no hay dos días iguales.
RECONVERSIÓN PROFESIONAL HACIA EL MUNDO DE LOS DATOS:
¿Cómo acaba una estudiante de Traducción trabajando en un departamento de Data Governance?
Es una buena pregunta, me la suelen hacer bastante a menudo. En los tiempos en los que vivimos, estamos rodeados de datos, los generamos nosotros a cada minuto. En el mundo corporativo, sobre todo en grandes corporaciones, los datos son el lenguaje a través del cual se comunican los diferentes departamentos, regiones, etc. Este lenguaje necesita de unas “normas gramaticales” que se deben ver reflejadas en los sistemas para poder facilitar la toma de decisiones y crear las estrategias de negocio pertinentes. Esto hace que me sienta un poco traductora, puesto que en mi rol tengo que trasladar las necesidades de negocio al departamento de IT, además de salvaguardar que esas normas gramaticales se apliquen adecuadamente por la parte del business.
Una buena gestión de los datos son el futuro -y el presente- para la estrategia de una empresa. En el caso de una empresa de moda, ¿hay alguna especificidad en este sector que no se dé en otros o viceversa?
Como decía, los datos son los idiomas que hablan las empresas y cada una tiene sus normas gramaticales propias, pero creo que los conceptos básicos son intrínsecos a todos los sectores e industrias. Por lo que vamos viendo, la sostenibilidad va cobrando cada vez más importancia y los consumidores demandan transparencia en cuanto a las certificaciones que demuestran que un producto cumple unos ciertos estándares. En ese aspecto, queda bastante por hacer en la parte de Governance.